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La Condición Local: Los Andes– un paraíso poco apreciado


La conciencia ambiental, que busca una integración apropiada con el ambiente para generar desarrollo sustentable, ha transformado la manera como la sociedades contemporáneas proyectan sus ciudades y edificios. Esta transformación precisa más que buenos deseos. Se requiere de una reflexión constante sobre nuestro entorno, sus características y posibilidades.


Dicha reflexión debe alimentarse de dos vertientes; por un lado, de estudios sobre el clima, geografía y biodiversidad de nuestra región andina, y por otro, debe alimentarse de una deconstrucción del pensamiento antropológico que coloca a las personas por sobre el resto de formas vivas del planeta, y cómo desde nuestros espacios de acción, en este caso desde la arquitectura y diseño urbano, podemos contribuir a esa deconstrucción.

Páramo- paisaje andino

Ecuador, por su condición topográfica, tiene ventajas pocas veces reconocidas. Desde lo geográfico, la presencia de la cordillera de Los Andes Ecuatorianos, que se extiende desde la provincia de Carchi hasta la provincia de Loja, provoca la existencia de una diversidad de ecosistemas reflejados en bosques andinos, páramos, valles interandinos y los bosques nublados.


Con respecto a lo climático, la región y el país están marcados por el cruce de la zona intertropical, también denominada zona ecuatorial. Esta zona se caracteriza por un clima tropical húmedo en zonas de transición hacia el litoral y Amazonía; es un clima templado semi-húmedo en la sección interandina, templado y seco en los valles interandinos y frío en la alta montaña de los páramos, sobre los 3,000 msnm.

Topografía regional - Distrito Metropolitano de Quito

De esta particular confluencia climática y características geográficas resulta una inmensa variedad de microclimas, condiciones atmosféricas y topográficas que son aprovechables en términos de planificación urbana y construcción.


Un clima tropical templado, que se ubica entre los 1,000 y 1,800 metros sobre el nivel del mar, brinda la mayor parte del tiempo una sensación térmica de confort para sus habitantes. Según la clasificación de Köppen, en la zona andina las temperaturas no superan los 18 grados centígrados en la temporada de verano, ni descienden por debajo de los 3 grados centígrados en el invierno.

Se requiere una deconstrucción del pensamiento antropológico que coloca a las personas por sobre el resto de formas vivas del planeta.

​A este respecto, el diseño arquitectónico en estas condiciones puede aprovecharse, por ejemplo, de las variaciones de temperatura, logrando una mayor estabilidad térmica para acumular calor en los momentos más calurosos y liberarlo progresivamente en las noches.


Es interesante pensar en el crecimiento urbano de nuestras ciudades en la región, y reflexionar en cómo aprovechamos las bendiciones climáticas y geográficas de la misma. Pensar en cómo los diseños de arquitectura y urbanismo responden a las condiciones climáticas y geográficas, y preguntarse si nuestras construcciones fomentan una relación simbiótica con el entorno.

Situación actual - paisaje urbano

Una mirada rápida por la ciudad andina contemporánea nos llevará a una conclusión inevitable: el desaprovechamiento del entorno natural en el mundo construido. Resulta una dicotomía preocupante vivir rodeado de escenarios climáticos y geográficos diversos y ricos, y que éstos no se incorporen en las construcciones y diseños de nuestras ciudades, es decir, que no se incorporan al día a día de las personas.


Esta conclusión también tiene asidero en nuestra propia percepción cultural, alimentada de una visión exclusivamente antropológica que dictan que la naturaleza existe para servirnos de ella, cuando la reflexión debería girar en torno a cómo generar una relación armónica con lo natural.


La arquitectura es, y debe ser, una herramienta a la resolución de esta dicotomía y a una deconstrucción cultural que nos permita, ya no solo apreciar el entorno natural, sino sumarlo simbióticamente a nuestro quehacer.


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