top of page

Arquitectura en Tiempos del Coronavirus

La humanidad se encuentra con un desafío global sin precedentes. Alimentado por el miedo, la incertidumbre y el aislamiento, se evidencia una constante en este escenario - la arquitectura: nuestra relación e interacción con nuestro entorno, interior y exterior, nuestras viviendas y nuestros hogares.

Más de la mitad de la población mundial reside en ciudades y áreas densamente pobladas. A través del crecimiento de las metrópolis, la tecnología y la industrialización de procesos, los humanos han perdido cada vez más la conexión y la empatía hacia la naturaleza y otros seres vivos.

Vida Urbana en Vertical

Además del intenso aislamiento global que todos experimentamos durante este tiempo de pandemia, el estado de desconexión con el mundo natural ha estado con nosotros durante bastante tiempo. Tomemos, por ejemplo la idea de vida urbana en vertical, este concepto ha generado una desvinculación entre el ser humano y la naturaleza desde sus inicios, convirtiéndonos en espectadores solitarios en lugar de miembros activos de nuestras comunidades, distanciando aún más al habitante urbano de todos los aspectos del mundo natural.


Una conexión con la naturaleza, con otros seres vivos y con el mundo exterior se convierte más que nunca en una necesidad intrínseca.

La creciente presión del uso de la tierra y su optimización, hizo que las ciudades aumentarán su densidad y crecieran en vertical, dando como resultado una dicotomía de soluciones urbanas que se han convertido en la norma para la clase media mundial. Por un lado, el inicio de la tipología de edificios de gran altura ha desviado el contacto directo de los humanos con el mundo natural, al compactar la vida en cajas apiladas verticalmente con el objetivo de agrupar a la mayor cantidad de personas en la menor cantidad de espacio. Por otro lado, ha sido como una respuesta a la aparente necesidad de los humanos de estar cerca de la naturaleza: la creación de conurbaciones suburbanas expansivas ubicadas lo más alejadas de los núcleos de las ciudades y que intentan replicar o imitar un estilo de vida más saludable para las familias. Pero, al transformar la naturaleza salvaje en entornos diseñados por humanos , estrechamente controlados, tampoco han logrado interactuar de forma real con la naturaleza y todos sus sistemas. Ambos modelos urbanos (y hay muchos más)intentan desvincular intrínsecamente y aislar a la naturaleza y a los seres humanos de su día a día.


A medida que las ciudades tienden a evolucionar cada vez más en estas direcciones, debemos responder con un enfoque realista hacia este problema. Mucho antes de esta pandemia, nuestra misión ha sido analizar y transformar la tipología de edificio en altura en las ciudades para el bien colectivo. Esto significa, incorporar las deficiencias presentes en nuestra vida diaria: la naturaleza e inclusión comunitaria. En el caso de edificios en altura, hacemos esto diseñando de forma táctica para incorporar ecosistemas verticales como elementos medulares del diseño con el propósito de mejorar el estilo de vida en ciudades y concienciar a sus usuarios sobre la importancia de tener sistemas naturales en su entorno inmediato.

Oda a la Naturaleza
El valor del espacio verde, balcones, patios y jardines, además de áreas silvestres recreativas y de protección, se convierten en elementos fundamentales de diseño y no solo en elementos de ornamentación.

Nuestro edificio Sunflower Tower, por ejemplo, es precisamente un desafío al criterio de urbanización acelerado de las ciudades en la región. A medida que las ciudades continúan creciendo el paisaje natural junto con sus especies endémicas está cada vez más amenazado; es un tipo de urbanismo que rompe el vínculo intrínseco entre las personas y lo natural.

Sunflower Tower

El diseño en este proyecto concibió una fachada de arcos, estructura principal del edificio, cuyas uniones crean espacios de vida vegetal. Este patrón se repite en toda la fachada, generando una piel natural en los cuatros costados del edificio, equilibrando el mundo construido y el mundo natural en altura.

En Quito, ciudad atravesada por la línea equinoccial, donde el sol está posicionado a casi 90 grados perfectos, los diseños de edificios son una oportunidad inmejorable para que desde la arquitectura se construyan ecosistemas verticales que puedan alimentarse de la luz directa y perpendicular del sol, aportando a construir un urbanismo que responda a las necesidades de los ciudadanos de estar en vínculo permanente con la naturaleza.


Sunflower Tower

En este sentido, Sunflower Tower aprovecha la geolocalización de esta ciudad andina para formar un depósito de la vida vegetal sustentable y autosuficiente. Este diseño biofílico no solo reduce la huella de carbono de las viviendas, sino que también permite al habitante tener una conexión constante y directa con la naturaleza. Cada departamento está rodeado por su propio mini bosque en medio de un denso entorno urbano, lo que crea una experiencia única y cambia el contexto urbano típico al agregar una capa de vegetal al paisaje de la ciudad.

Imperia Horizonte 

Nuestra aplicación e incorporación de naturaleza desde la arquitectura no solo genera puntos de vista nuevos e inesperados, sino que, más importante aún, reconsidera cómo percibimos e interactuamos con nuestro entorno. Implica una deconstrucción a la forma en que operamos dentro del mundo construido, con la primicia de conectar a los seres humanos con otros sistemas vivos.


En este tiempo de confinamiento en nuestros hogares durante un período de tiempo desconocido, el valor de comunidades bien diseñadas y espacios habitables sale a la luz de forma evidente. Una conexión con la naturaleza, con otros seres vivos y con el mundo exterior se convierte más que nunca en una necesidad intrínseca. El valor del espacio verde, balcones, patios y jardines, además de áreas silvestres recreativas y de protección, se convierten en elementos fundamentales de diseño y no solo en elementos de ornamentación.

bottom of page